Proyecto H presenta la exposición Luz y memoria, una colectiva de los artistas Pablo Armesto (Schaffhausen, Suiza, 1970), José Manuel Ballester (Madrid, 1960) y Juan Garaizabal (Madrid, 1971). La exposición, reúne trabajo escultórico y fotográfico que da cuenta de ciertos elementos excluidos intencionalmente por parte de los artistas, como lo es el juego de luz y sombra en las esculturas de Pablo, los personajes o sujetos en las fotografías de José Manuel y el relleno en las estructuras escultóricas de Juan. Así, priorizan la luz que irradia de sus obras, dando lugar a una poética del recuerdo.
Pablo, quien experimenta con neones, LEDS y fibra óptica, explora las diversas posibilidades que la luz, su ausencia, su sombra y la reproducción de los fractales ofrecen como materia. De esta manera, la tecnología, la biología, la naturaleza, la geometría y la memoria se intersectan en una labor contemporánea. Es gracias a la luz y su antónimo, que las figuras geométricas, surgen de la fibra óptica para ser recordadas en un instante específico en el cual el artista ha decidido congelarlas.
Por otro lado, para un fotógrafo como José Manuel, la luz es el elemento principal con el cual trabaja. A través de las huellas que captura su cámara deja registro de los restos de la memoria de lo acontecido en un espacio arquitectónico específico; sobre el cual podemos observar aquello que el sujeto que se ha marchado dejó atrás, aquello que realizó. Ballester encapsula espacios arquitectónicos monumentales en aislamiento, una vez manipulados para ser construidos y dos veces manipulados para plasmarse en sus imágenes (de manera digital) y permite que repensemos al sujeto o espectador.
Finalmente Juan, inventor polifacético, es reconocido por sus esculturas públicas monumentales: memorias urbanas. Para él, el viaje tiene un carácter especial, pues establece una relación con los edificios y monumentos, de manera que le sea posible traer al presente su memoria histórica, aquello que ya no es visible materialmente, hasta que su obra entra en juego. Recreando estructuras e iluminándolas, recupera lo perdido tiempo atrás, restableciendo lo que, en palabras de Barbara Rose, “ahora sólo puede existir en fragmento de memoria histórica”. En el mismo sentido fragmentario, las esculturas de Juan incitan al espectador a completar las formas de las estructuras, de manera que su objetivo sea integrar los espacios vacíos e integrar-se con aquello que está ausente.
La colectiva reúne un trabajo artístico cuya relación con el espacio se encuentra enmarcada por la luz, misma que por no tener un límite definido, permite que sea explorada desde diversos ángulos, evocando así la memoria. Una colectiva sin márgenes.