Utilizando la idea de jardín como materia prima, Daniel Adolfo desarrolla una serie de pinturas y esculturas que remiten a su infancia. La exposición titulada “Verde Permanente” presenta un cuerpo de obra realizado en el sistema de residencias dentro de la galería. Una serie íntima y expresiva, que habla de cómo el jardín es un espacio de aprendizaje, de recuerdos y de vulnerabilidad en la niñez.
Al tomar estas memorias personales, su obra funge en medida como autobiografía, y el lienzo como archivo. Los lienzos, que recrean jardines, son pinturas abstractas que materializan distintos espacios que cualquiera puede encontrar dentro de sus recuerdos en esos años de formación. Su intención no es plasmar a detalle estos lugares, sino captar sensaciones, y retratar el espíritu de ese pasado que mantiene un impacto en el presente. Sus pinturas no nos muestran flores, árboles o plantas sino texturas, líneas fuertes y saturadas, trazos suaves y espacios vacíos. Es una obra que genera permanencia al reconstruir ese espacio, y que en alguna manera nos es familiar.
Este ejercicio de remembranza nos lleva también a la nostalgia, ese aspecto semiamargo de una memoria. Por ello, las pinturas llenas de colores vivos se acompañan de trazos y marcas negras que también se encuentran en las cerámicas que acompañan la muestra. Estas pequeñas esculturas representan las sombras de las flores del jardín. Un reflejo del reflejo.
Es natural que las memorias y procesos de aprendizaje estén ancladas a un espacio, para Daniel sigue siendo Venezuela y esa naturaleza que encontró en los jardines de su niñez. De alguna manera, hablar de memoria también es abrir la posibilidad de visionar el futuro, y con ello los lienzos ahondan sobre la habilidad del artista de explorar lo abstracto y expresivo en la pintura.