Frecuencias

Alvaro Borobio (1984, Madrid, España) es un artista visual radicado en España y visitante recurrente de la Ciudad de México. Su práctica artística se ha centrado en la pintura y la instalación. Sus estudios universitarios iniciales en arquitectura han sido decisivos para desarrollar su obra plástica. Las enseñanzas profesionales que adquirió durante su formación se reflejan en las soluciones formales de sus composiciones: primero concibe el espacio y después construye el paisaje urbano. Gran parte de su obra reflexiona en torno a las ciudades contemporáneas e históricas, así como a la energía visible en sus calles, proveniente del habitar de residentes y turistas.

Durante sus años de estudiante, el artista deseó que la arquitectura le sirviera para transformar la vida cotidiana; sin embargo, la metodología estructurada y, en ese sentido, limitada, le mostró que los alcances eran insuficientes para su proceso creativo, y que el marco de acción era pequeño. Fue así como encontró su lenguaje distintivo en la visualidad para pintar espacios inimaginables.

Tras casi dos décadas de experimentación, esta selección de obras muestra su dominio del soporte y la solidez de las formas. México se ha convertido en uno de sus principales intereses para la creación de su trabajo, específicamente la belleza particular de la ciudad y los contrastes de los paisajes urbanos. Los accidentes estéticos, como el pavimento agrietado, las pintas callejeras hechas en los muros de las construcciones y la combinación de los diseños vernáculos con los modernos en las edificaciones de la ciudad, son características que comparte con España y son referencias que inspiran buena parte de sus trazos. Eso nos muestra que las influencias de Borobio emergen de su afinidad de temperamento con otros pintores. Él habla de estímulos externos, se alimenta de varios lados, y México es una fábrica de ideas en su más reciente producción.

Esta primera exposición individual del artista en el país exhibe un conjunto de ocho obras y dos dibujos realizados durante su residencia en la Ciudad de México y en dos ciudades de España: Granada y Madrid, entre 2019 y 2024. Los lienzos fueron creados durante periodos de hasta cuatro años y elaborados con mezclas de múltiples técnicas y diversos materiales sobre tela.

Este cuerpo de obra propone un relato sobre el ir y venir de sus viajes entre ambas ciudades por medio de sus planos y croquis. Las construcciones del pasado, realizadas hace siglos, están presentes ahora y emergen con destellos de color o con paisajes naturales abstractos. Es, sin duda, otra forma de mostrarnos las capas generadas por el
paso del tiempo.

Las manchas y salpicaduras de pintura que abarcan la totalidad del lienzo son las soluciones aparentes para representar estas urbes, pero en el fondo existen construcciones y ruinas dibujadas en perspectivas yuxtapuestas, diseñadas sin el método tradicional, trazadas con líneas delgadas. El primer recorrido de una perspectiva despierta el deseo por hacer otro sobre las trazas de los paisajes urbanos saturados de color. Aunque en apariencia se trata de ciudades carentes de la presencia humana, ésta subyace en las inscripciones, a manera de apuntes o comentarios sobre los lienzos.

Algunas de las obras que se muestran son fragmentos de piezas de gran formato (10 x 2 m o 40 x 10 m). Esta operación del artista nos invita a repensar en el soporte, los alcances y las dimensiones de la pintura. Para él existen otras posibilidades espaciales: el soporte puede ser flexible y no siempre rígido, característica que puede hacer a la pintura transitable o fragmentable y que permite crear escenarios en el espacio de exhibición.

 

 

Lorena Botello

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