Proyecto H presenta por primera vez la obra de los artistas David Gonçalves (Oporto, 1987) y Pablo de Laborde Lascaris (Ciudad de México, 1985), titulada Esculpir el tiempo. La exposición estará abierta desde el 7 de noviembre hasta principios de enero de 2025.
Esta exposición nos invita a explorar los límites del cuerpo, el tiempo, la materialidad y el silencio, a través de una profunda reflexión sobre la memoria y la naturaleza. Ambos artistas proponen un enfoque centrado en la transformación de los materiales y la resignificación de los objetos. Mientras Gonçalves nos guía hacia una reflexión sobre la interacción del cuerpo con la naturaleza, De Laborde nos desafía a reconsiderar el significado de los objetos en su inactividad. Así, su obra se presenta como un diálogo que conecta la sociedad, la memoria y el paso del tiempo.
David Gonçalves establece un claro diálogo entre escultura y dibujo, utilizando ambos medios para explorar la experiencia del cuerpo en relación con su entorno. A través de sus visitas a canteras industriales, ha creado una conexión entre la fisicalidad del cuerpo y la monumentalidad de los paisajes naturales transformados por el ser humano. Las canteras, vistas como repositorios de materia prima, ocultan una narrativa más compleja que Gonçalves revela en sus obras: la interacción entre la mano humana y el entorno natural. Sus dibujos, densamente trabajados con grafito y cargados de una fisicalidad palpable, crean una experiencia táctil que conecta al espectador con el cuerpo del artista y el peso del tiempo.
Los dibujos y esculturas en papel presentados en esta exposición son el resultado de un proceso íntimo, donde cada trazo y doblez representa un diálogo entre el artista, su cuerpo y los materiales naturales, en particular el mineral del grafito, que se vincula con una memoria ancestral y geológica. Los trazos fluyen desde un lugar inconsciente, liberados de metodologías estrictas, donde la memoria de los movimientos del cuerpo define cada línea y pliegue.
En el centro de la sala se encuentra la pieza Three scoops of Rust, presentada por Pablo de Laborde, compuesta de tres enormes campanas de travertino rojo. Inspiradas en las campanas de los carritos de helados que se encuentran en los parques de México, estas piezas pierden su función original en manos del artista. El carácter juguetón de la obra se torna en ironía: las campanas, fabricadas en una piedra tan densa que resulta imposible hacerlas sonar, están inmovilizadas, atrapadas entre placas de acero oxidado que las mantienen en un perpetuo silencio.
El travertino, con su característico color rojizo por el alto contenido de óxido de hierro, añade una dimensión de densidad y permanencia que contrasta notablemente con la fragilidad y el dinamismo de los objetos cotidianos. Este contraste se convierte en un vehículo para cuestionar la funcionalidad de estos objetos, una constante en la obra de De Laborde. Así, esta serie de esculturas se erige como un claro ejemplo de su habilidad para subvertir y reinterpretar artefactos comunes, invitando a una reflexión más profunda sobre su significado. Al desestabilizar la función y el contexto de estos objetos, De Laborde nos invita a repensar el concepto de escultura y la relación entre forma y utilidad.
La exposición se convierte, así, en un espacio donde las formas, los materiales y las historias quedan suspendidas, permitiendo que el tiempo y el silencio resuenen en la experiencia estética. La obra de ambos artistas crea un lenguaje visual que equilibra la fragilidad y la estabilidad, generando, a su vez, una narrativa sobre el paso del tiempo. Juntos, logran no solo cuestionar la funcionalidad de los objetos, sino también resaltar la memoria que habita en cada material, creando un entramado conceptual que invita al espectador a reflexionar sobre la temporalidad y la transformación en sus respectivas prácticas artísticas.